martes, 11 de noviembre de 2008

Lectura Nº 3. "Anti-During"

¿Qué es una concepción del mundo?

Una concepción del mundo no es un saber, no es conocimiento en el sentido en que lo es la ciencia positiva. Es una serie de principios que dan razón de la conducta de un sujeto. Esos principios está explícitos en la cultura de la sociedad en que vive. Esta cultura contiene por lo común un conjunto de afirmaciones acerca de la naturaleza del mundo físico y de la vida, así como un código de estimaciones de la conducta. La parte contemplativa está íntimamente relacionada con la parte práctica.
La existencia de una formulación explícita de la concepción del mundo en la cultura de una sociedad no permite, sin embargo averiguar cual es la concepción del mundo realmente activa en esa sociedad, pues el carácter de sobreestructura que tiene la concepción del mundo no consiste en ser un mecánico reflejo, ingenuo y directo, de la realidad social y natural vivida.
Las concepciones del mundo suelen presentar, unas puntas muy concentradas y conscientes, en forma de credo religioso-moral o de sistema filosófico. Esta segunda forma fue muy característica hasta el siglo XIX. La filosofía sistemática, se vio arrebatar un campo temático tras otro por las ciencias positivas. y acabó por intentar salvar su sustantividad en un repertorio de supuestas verdades superiores a las de toda ciencia. En los casos más ambiciosos, la filosofía sistemática presenta más o menos abiertamente la pretensión de dar de sí por razonamiento el contenido de las ciencias positivas.
Las causas por las cuales la pretensión de la filosofía sistemática acaba por caducar son varias. La causa principal es la definitiva y consciente constitución del conocimiento científico positivo durante la Edad Moderna.
Que un conocimiento es intersubjetivo quiere decir que todas las personas adecuadamente preparadas entienden su formulación del mismo modo. Las tesis de la vieja filosofía sistemática de los dogmas religiosos y de las concepciones del mundo carecen de esos rasgos. Y como esos rasgos dan al hombre una seguridad y un rendimiento considerables, el conocimiento que los posee, el científico-positivo, va destronando, como conocimiento de las cosas del mundo, al pensamiento, mucho mas vago y mucho menos operativo, de la filosofía sistemática tradicional.
El que las concepciones del mundo carezcan de aquellos dos rasgos característicos del conocimiento positivo no es cosa accidental y eliminable, sino necesaria. Se debe a que la concepción del mundo contiene esencialmente afirmaciones sobre cuestiones no resolubles por los métodos decisorios del conocimiento positivo, que son la verificación o falsación empíricas y la argumentación analítica (deductiva o inductivo-probabilitaria). Esto no quiere decir que el conocimiento positivo y sobre todo, las necesidades metodológicas de éste no abonen una determinada concepción del mundo más que otra.


LA CONCEPCIÓN MARXISTA DEL MUNDO

La “concepción materialista y dialéctica del mundo”, otras veces llamada “concepción comunista del mundo”, está movida, por la aspiración a terminar con el ofuscamiento de la consciencia, con la presencia en la conducta humana de factores no reconocidos o idealizados. De esto se desprende que es una concepción del mundo explícita. La liberación de la consciencia presupone la liberación de la práctica, de las manos. La concepción marxista del mundo no puede considerar sus elementos explícitos como un sistema de saber superior al positivo. El nuevo materialismo, no es una filosofía sino una simple concepción del mundo, que tiene que sostenerse y actuase no en una sustantiva ciencia de la ciencia, sino e las ciencias reales. En él queda tanto superada la filosofía en cuanto a su forma y preservada en cuanto a su contenido real.
El materialismo no es sino uno de los dos principios fundamentales de la “concepción comunista del mundo”. El otro es el principio de la dialéctica. Este se inspira no tanto en el hacer científico-positivo como en las limitaciones del mismo.
La ciencia positiva realiza el principio del materialismo a través de una metodología analítico-reductiva. Su eliminación de factores irracionales en la explicación del mundo procede a través de una reducción analítica de las formaciones complejas y cualitativamente determinadas a factores menos complejos y más homogéneos cualitativamente, con tendencia a una reducción tan extrema que el aspecto cualitativo pierda toda relevancia. El análisis reductivo practicado por la ciencia tiende a obviar conceptos con contenido cualitativo, para limitarse en lo esencial al manejo de relaciones cuantitativas o al menos, materialmente vacías, formales.
El análisis reductivo practicado por la ciencia tiene regularmente éxito. Es un éxito descomponible en dos aspectos: por una parte, la reducción de fenómenos complejos a nociones mas elementales, más homogéneas, desprovistas de connotaciones cualitativas, permite penetrar muy material y eficazmente en la realidad, porque posibilita el planteamiento de preguntas muy exactas a la naturaleza. Por otra parte el análisis reductivo posibilita a la larga la formación de conceptos más adecuados, aunque no sea mas que por la destrucción de viejos conceptos inadecuados.
La concepción del mundo tiene por fuerza que dar de sí una determinada comprensión de las totalidades concretas. La tarea de una dialéctica materialista consiste en recuperar lo concreto sin hacer intervenir mas datos que los materialistas del análisis reductivo como entidades que haya que añadir a los datos, sino como resultado nuevo de la estructuración de éstos en la formación individual o concreta, en los “todos naturales”.
El análisis marxista se propone entender la individual situación concreta, sin postular mas componentes de la misma que los resultantes de la abstracción y el análisis reductivo científicos.
El nivel o el universo del discurso es el nivel de la comprensión de las concreciones o totalidades, no al del análisis reductivo de la ciencia positiva. Concreciones o totalidades son, en este sentido dialéctico, ante todo los individuos vivientes, y las particulares formaciones históricas, las “situaciones concretas” de que habla Lenin, es decir, los presentes históricos localmente delimitados, etc. Y también, en un sentido más vacío, el universo como totalidad, que no puede pensarse, como es obvio, en términos de análisis científico-positivo, sino dialécticamente, sobre la base de los resultados de dicho análisis.

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